El batacazo generalizado que ha sufrido el mercado de la publicidad en todas sus vertientes y, a su vez, el resto de industrias, -salvo contadas excepciones-, era imprevisible… ¿O quizás no? ¿Hubiera sido posible pronosticar un descenso de la demanda tan brusco?
La lógica nos empuja a responder que no. Sin embargo os sorprendería saber que hay modelos de negocio que se dedican precisamente a pronosticar escenarios futuros para así evitar los bandazos y tener un plan B (aquí tenéis un ejemplo de ello). En definitiva, reaccionar a tiempo.
Por lo general, las empresas basan su oferta o stock en las ventas pasadas, pero no tienen unas previsiones de demanda futura y, por lo tanto, miran hacia la demanda pasada para estimar el nivel futuro de ventas. Lo difícil, claro está, es prever de manera certera la demanda futura.
Hablamos de reinventarnos, de aprender de lo ocurrido, de cambiar de rumbo, de reconducir la situación. Pero, ¿y si hubiéramos estado preparados? Es más, ¿creéis que si, en un periodo corto de tiempo, volviera a ocurrir algo similar caeríamos en el mismo error? Lamentablemente no me cabe duda de que así sería, puesto que ya está ocurriendo.
Y es que tan importante es aprender del pasado como mirar hacia el futuro sabiendo que lo vivido puede repetirse.
Quizás la derivada económica de la crisis del Covid-19 nos sirva como lección para plantearnos la manera de dimensionar. E incluso es posible que durante ese recorrido nos planteemos un cambio radical o, en el caso más extremo, el fin de nuestro producto e intentar cubrir necesidades más esenciales. Y por supuesto, dirigir hacia ahí nuestras campañas publicitarias, nuestro contenido y nuestros principios.
Parece que las palabras relevancia, top of mind o branding, entre otras, no dejan de sonar a nuestro alrededor. Trabajemos, pues, para que de verdad el consumidor considere a nuestra marca como la mejor o más relevante entre todas las opciones existentes. Y para eso, debemos preguntarnos ¿qué importancia tiene mi marca frente al resto? ¿Estoy creando una necesidad o realmente estoy cubriendo una ya existente? ¿Mi producto o servicio va a mejorar la vida de las personas?
Si algo hemos aprendido de esta pandemia es que, si la respuesta a esta última pregunta es no, entonces es mejor que te replantees tu idea.